El día que conocí a Peter Drucker

El día que conocí a Peter F. Drucker
Autor: Ernesto Yturralde
Nivel de interés: Alto
Tiempo de lectura: 06 minutos
El día que conocí a Peter F. Drucker
Era julio de 1994, tomé un vuelo por la aerolínea VARIG y me encontraba en Brasil. Fue un plan de viaje para hacer una carambola, São Paulo y Curitiba, mis destinos, pues coincidían las fechas para dos grandes eventos consecutivos en las marquesinas de la administración y el futuro, en estas dos ciudades.
Alvin Toffler se daba cita en Curitiba para su conferencia de “La Tercera Ola”, basada en su libro, y era la gran oportunidad para vivir esa carambola en un mismo viaje, con la emoción de estar rodeado de grandes pensadores de la gestión y el liderazgo. Pero había un nombre que, para mí, brillaba de manera particular: Peter F. Drucker. El gran pensador que estudiábamos en la universidad, el Padre de la Administración Contemporánea, el hombre que cambió para siempre la forma en que entendemos el arte de administrar. Drucker, ofrecía una conferencia ante 1,600 personas y yo fui una de estas.
Escucharlo ya era motivo suficiente para ir a Brasil, pero lo que ocurrió fue mucho más que eso. ¡Los astros se alinearon para un regalo del destino!
Investigué, investigué, y mis sistemas de inteligencia personal, esa mezcla de intuición, planificación y estrategia que se activa cuando el propósito es claro, me llevaron a hospedarme la noche anterior, en el mismo hotel donde se alojaban Peter Drucker y su esposa, Doris Schmitz. Una decisión estratégica, impulsada por esa intuición que se enciende cuando sabes por qué estás ahí: encontrarlo, observarlo, sentir su esencia, pretendiendo no invadir.
¡Y ocurrió! Coincidimos en el restaurante, esa mañana, durante el desayuno. Me acerqué con respeto, procurando no dar la sensación de interrumpir, creo que no lo logré. El escenario fue la cafetería del hotel. Allí estaba junto a su esposa, él, sobrio, y debo reconocer que distante, su rostro no denotaba alegría. Sotenía una presencia que imponía sin necesidad de esfuerzo alguno. Me acerqué con cautela, sin intención de invadir, apenas buscando ese pequeño instante que pudiera guardar en mi memoria como quien recoge una piedra preciosa del camino, para guardarla.

No fue afable ni sonriente, pero sí auténtico, sereno, coherente; su energía era firme, su presencia, poderosa. Conversamos de pie, quizás unos 10 minutos, ese momento fue breve, pero para mi, poderoso. En ese momento todo lo aprendido de sus principios de administración cobraban vida. Tenía conmigo una Minolta SRT-200 y pedí que nos tomaran una foto. La foto del encabezado del artículo es con IA, esta en blanco y negro, la real.
Él tenía 87 años y toda la experiencia. Yo, 33 y todo el entusiasmo para aprender. ¡Dos generaciones distintas, con una intermedia, en ese mismo instante!
Aquel momento en el desayuno fue una experiencia simbólica, pues años después, Peter F. Drucker es reconocido por una frase que ha recorrido el mundo del management:
Peter F. Drucker
“Culture eats strategy for breakfast”
Que se traduce a: “La cultura se come a la estrategia en el desayuno”
¡Esta frase es poderosa! ¡Y yo estuve allí, en el momento del desayuno, qué icónico!

Para mi pesar, hoy sabemos que esa frase no está registrada literalmente en sus libros. Es una interpretación popular que representa el espíritu de su pensamiento. Lo importante no es la exactitud literal, sino la profundidad de lo que transmite. Porque Peter F. Drucker comprendía que si la cultura organizacional no respalda la estrategia, ningún plan prosperará.
Porque la cultura no se imprime en afiches, esta se respira en los pasillos, en las acciones cuando nadie observa, como lo he manifestado en otros artículos. La estrategia puede diseñarse con expertos, pero si la cultura no la sostiene, se diluye. Y es ahí donde la Administración cobra su verdadera dimensión: no como técnica, sino como arte de conectar esos valores intangibles y los grandes líderes organizacionales tienen la batuta.
Peter Drucker nos enseña que administrar es mucho más que hacer funcionar una estructura, es hacer vibrar una comunidad. Es crear entornos donde el propósito y las personas encuentren un punto común. Por eso afirmaba con fuerza que “el propósito de una organización es crear valor para el cliente”, porque sabía que en el centro de toda acción debe haber sentido. Y ese sentido nace, no en los procesos, sino en las relaciones. En las poderosas relaciones, horizontales y verticales.
Administrar es acompañar, es mirar más allá del presupuesto y de los indicadores. Es estar dispuesto a escuchar lo que otros no dicen, a leer el lenguaje no verbal de nuestra cultura corporativa, y a intervenir desde la consciencia. Porque como también decía Drucker, con una gran profundidad:
Peter F. Drucker
“Lo más importante en la comunicación es escuchar lo que no se dice”
Y esa frase es faro para los líderes, porque no se trata solo de hablar bien, sino de comprender profundo. De observar las dinámicas que el PowerPoint no muestra. De identificar los silencios que revelan heridas, las tensiones que ocultan aprendizajes pendientes, los cabos sueltos que claman dirección.
Desde ese instante, cada taller de liderazgo que he facilitado, cada proceso de transformación cultural que he acompañado, ha llevado en el fondo el eco de esa mañana. Porque ese encuentro, más allá de su brevedad, sembró algo que no ha dejado de crecer: la convicción de que la Administración, cuando se humaniza, se vuelve un acto de evolución.
Drucker escribía para despertar, y cada una de sus citas era una invitación a mirar más lejos, a preguntarnos no solo qué estamos haciendo, sino para qué lo hacemos. Y sobre todo, a quién impactamos con nuestras decisiones.
Esa mala foto que conservo de aquel desayuno se convirtió por años en parte de los manuales impresos que entregábamos en nuestros talleres de Administración y Liderazgo. No era una imagen para presumir… mmmh, la verdad es que sí lo fue. Es un símbolo de gran valor para mí, un recordatorio de que los principios deben preceder a las prácticas. Y de que el verdadero poder de un líder no está sólo en sus herramientas, sino en sus intensiones y sus correctas acciones para alcanzar la visión, sustentados en valores.
Hoy, al mirar hacia atrás, no recuerdo las palabras exactas que intercambiamos. Pero recuerdo la energía, la sensación de estar frente a alguien que había dedicado su vida a pensar el mundo desde otro ángulo. Y esa sensación me acompaña cada vez que ingreso a una organización. Porque sé que, más allá de lo que diga un manual, lo que realmente transforma es la calidad de nuestras preguntas y la honestidad de nuestras intenciones.
Administrar no es solo optimizar, es comprender, es cuidar, es decidir con la mirada puesta en el impacto humano de cada acción. Es volvernos guardianes del propósito. Y esa es, quizás, la gran lección que aquel desayuno me regaló: que no basta con liderar procesos, debemos administrar y liderar desde la conciencia.
Hoy más que nunca, cuando las organizaciones buscan velocidad, resultados y eficiencia, necesitamos líderes que no solo planifiquen, sino que sientan!
Que no solo ejecuten, sino que comprendan!
Que no solo administren, sino que transformen!
Para citar este artículo, utiliza:
Yturralde, Ernesto (2024). 'El día que conocí a Peter F. Drucker'. Recuperado de https://yturralde.com/articulo-peter-drucker.html








